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Consejos para la observación a simple vista 

El Ojo

El telescopio no es el único instrumento de observación. El ojo también cuenta como tal. Cierto es, que el ojo es el telescopio más pequeño que existe pero, no hay otro mejor ni más completo (aunque las imágenes sufran de aberración). El ojo «lo llevamos siempre puesto» y nos permite observar donde estimemos oportuno. Cuanto más grande sea la apertura del objetivo de un telescopio, más luz se espera que deje pasar. Nuestro ojo también cuenta con una apertura: la pupila.

 

La pupila en el ojo humano

La pupila es un instrumento genial del ojo. Controlada por el iris, varía su diámetro entre uno y ocho milímetros. Su apertura máxima depende de la edad de la persona. En una persona de 20 años puede alcanzar un diámetro aproximado de 8 mm mientras que la de una de 60 años solo alcanzará los 4 mm. Esto hace que el ojo joven sea más sensible a la luz.

Esta diferencia es determinante en la observación nocturna, pues es la responsable de que el veinteañero pueda reconocer estrellas menos brillantes que el observador de 60 años. Al abrirse la pupila, el ojo recoge más cantidad de luz. Si bien es verdad que según aumenta la apertura del ojo se reduce la nitidez con la que se aprecian las imágenes, es una consecuencia que carece de importancia, ya que en la oscuridad básicamente solo trabajan los bastones oculares. Estos tienen una resolución óptica menor que los conos, que trabajan durante el día.

Hablamos de poder resolutivo cuando el ojo es capaz de separar desde una distancia determinada dos puntos que se encuentran muy próximos y reconocerlos por separado bajo un pequeño ángulo. El poder resolutivo del ojo suele ser de un minuto de arco (el equivalente a una agudeza visual AV=1). De noche es de dos minutos de arco.

Cuando, solo con el ojo, somos capaces de reconocer los diferentes componentes de un sistema de estrellas binarias, apreciamos ambas estrellas separadas por una distancia de pocos minutos de arco, a veces algo más. Uno de los sistemas binarios más bonitos con el que podemos determinar el poder resolutivo de nuestro ojo es el compuesto por las estrellas Alcor y Mizar de la Osa Mayor. 

Como ya hemos dicho, por la noche trabajan los bastones. Su función es permitirnos ver en condiciones de reducida luminancia. Esto ocurre durante la noche y por eso en la oscuridad solo somos capaces de reconocer lo claro y lo oscuro o el blanco y el negro. Por la noche también se pierde resolución con respecto al día. Los encargados de proporcionar nitidez a las imágenes son los conos, que se encuentran en la fóvea y tenemos alrededor de 130.000 por ojo.

Como en la fóvea no hay bastones, no es la parte del ojo que ponemos a trabajar cuando realizamos observaciones astronómicas. El número de bastones aumenta gradualmente fuera de la fóvea, aunque están un poco separados entre sí. A unos 20º de la fóvea se encuentra el punto con mayor número mayor densidad de bastones. Precisamente esa es la parte del ojo que ejercitamos en las observaciones astronómicas y telescópicas (al menos cuando los objetos son tenues).

 

Mapa estelar

Antes de profundizar en el tema de los telescopios nos gustaría dejar claro que también se puede observar el firmamento de noche solo con los ojos.

Con un planisferio es muy fácil reconocer las diferentes constelaciones en el cielo. Es necesario conocer la mayoría de las constelaciones para posteriormente encontrar otros objetos astronómicos con un telescopio. Un planisferio (por ejemplo el giratorio de la editorial Kosmos) debería ser la primera adquisición de cualquier astrónomo amateur. Resulta de gran utilidad, incluso una vez superada la primera fase de orientación, pues no solo muestra la posición de las estrellas para cada día o noche del año, también muestra la posición del Sol, la línea eclíptica (de la posición de los planetas), las horas de crepúsculo y otra información de gran utilidad.

Además del planisferio, es recomendable utilizar un anuario astronómico. Cuanta más información sobre los planetas, meteoritos y objetos astronómicos contenga más práctico será. El anuario de la editorial Kosmos, uno de los más populares entre el público alemán, se enfoca todos los meses en un tema diferente y proporciona información relevante y de gran utilidad al astrónomo amateur.

Otro artículo que se está apoderando poco a poco del mercado es el software astronómico (programas planetarios). Los programas con planetarios multimedia proporcionan al observador una visión completa del firmamento. Algunos cuentan con un gran número de funciones que muestran acontecimientos actuales o futuros, permiten viajar por el Sistema Solar o incluso cuentan con un completo glosario astronómico. Con algunos de estos programas se puede controlar el propio telescopio, por medio del sistema GoTo, y dirigirlo a determinados objetos astronómicos. También son de gran utilidad para aquellos que quieran realizar búsquedas manualmente, pues pueden imprimir sus propios mapas estelares para tenerlos siempre a mano.

Uno muy popular y completo es el conocidísimo Red Shift, cuya octava versión está ya disponible.

 

Listos para empezar

Ya tenemos el equipamiento básico para empezar a observar. Con el mapa estelar y libro de introducción en la mano, lo que queremos es salir y disfrutar de una oscura noche de observación astronómica. ¿No nos dejamos algo? Claro que sí. Debemos recordar abrigarnos bien antes de realizar observaciones a la intemperie. Incluso en verano, cuando los días son extremadamente calurosos puede que bajen las temperaturas y haga un frío incómodo durante la noche. Lo más importante es el calzado y un sobretodo de abrigo. Ahora sí estamos listos para empezar...

El ojo necesita un tiempo para acostumbrarse a la oscuridad. Nos damos cuenta de ello cuando salimos de una habitación bien iluminada y nos adentramos en la oscuridad de la noche. Al principio no reconocemos casi nada. Las pupilas están acostumbradas a la claridad y tienen su tamaño normal. Poco después empiezan a dilatarse. Al principio lo hacen rápidamente y cada vez se ralentiza más el proceso. Pueden pasar hasta 45 minutos hasta que las pupilas se hayan dilatado por completo. Obviamente no es necesario esperar tanto tiempo para dirigir la mirada al firmamento. ;-)

Es importante evitar que la luz de farolas, edificios o linternas nos deslumbre, ya que si esto pasa continuamente podemos perder la facilidad de acostumbrarnos a la oscuridad. Esta es la razón por la cual los astrónomos no utilizan luz blanca durante la observación. Utilizan una luz roja. Normalmente se trata de linternas LED con intensidad regulable.

Con los ojos acostumbrados a la oscuridad se puede distinguir estrellas de magnitud aparente 6. Son estrellas tenues, de una claridad cien veces menor a las de magnitud 1. Las estrellas de magnitud 1 son las más claras del firmamento. Cuanto menor sea su magnitud más brillante será el astro. 

Sin necesidad de más instrumentos que los propios ojos se puede distinguir varios cúmulos estelares abiertos. Un ejemplo son las Pléyades en la constelación de Tauro. También se puede ver la galaxia espiral gigante de Andrómeda, perteneciente al Grupo Local (aunque esta se aprecie como una mancha de luz). Debemos darnos por contentos, ya que esta «mancha de luz» se encuentra a más de dos millones y medio de años luz de nosotros.

¿Qué pasa cuando la observación con los ojos se nos queda corta? Pues que necesitamos un telescopio...

 

 

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Auge

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